martes, 14 de octubre de 2014

Capítulo 93:

Fernando y Mauricio quedaron atrapados en el lodo que se había formado por la tormenta, al tratar de continuar el camino la camioneta no dio paso para avanzar, Ambos se bajaron pero no lograron solución, quedaron en medio de la nada, de nuevo se subieron a la camioneta buscaron con que secarse y esperaron que la lluvia calmara.
Lucero se acostó en aquella colchoneta en forma fetal, no dejaba de sollozar, se volteó y mirando hacia arriba suplicaba al cielo:
- Dios te pido que nada malo le suceda a mis hijos, ayúdame a salir de aquí para poder recuperarlos, dame fuerzas, por favor!!
Silvia se había quedado acostada con los pequeños a quienes había abrigado muy bien para no generar en ellos alguna enfermedad; Alonso y Rebeca se quedaron haciendo guardia, pero dormían de vez en cuando.

La noche transcurrió, el sueño venció a Lucero, al igual que a Fernando y a Mauricio, al siguiente día Poco a poco la luz del sol comenzaba a mostrarse, un llanto despertó asustada a Lucero, Rafael había despertado con hambre, el niño no hacía más que llorar, Lucero se levantó rápidamente y comenzó a golpear la puerta del cuarto donde estaba encerrada:
- Rafael!!!! Traigan a mi Hijo, qué le están haciendo? Sáquenme de aquí, quiero ver a mis hijos. –Alonso se acercó por el otro lado de la puerta.
- Te callas!!! Gritando no conseguirás nada.
- Alonso no toques a mis hijos.
- Esos niñitos? A mí me interesas Tu, no ellos.
- Por eso mismo déjalos libres, llévalos al pueblo.
- Deja de decir estupideces.- Alonso se marchó y dejó a Lucero hablando sola.
- Alonso!!! Alonso??? ALONSO.- Los golpes en la puerta eran más fuertes, de repente comienza a deslizarse llorando sobre su brazo, cae de rodillas al piso.
José Miguel despertó con el llanto de su hermano, Silvia no encontraba cómo calmar a los niños, Rebeca se acerca a ellos con rabia:
- Qué quieren ahora?
- No les grites así, tienen hambre no ves?
- Sabes prepararles biberón?
- Si, ya voy a prepararlos.
- No te Demores, tenemos plan para ellos.
- No le piensan hacer daño a los niños?
- Tu haz lo que dije.

Fernando y Mauricio al despertar se bajaron a buscar ayuda, cómo pudieron lograron sacar la camioneta del lodo, llegaron al pueblo a pedir ayuda, el pueblo estaba solo, a pesar de que era fin de semana, muy poca gente caminaba por ahí. Fueron a buscar al hombre encargado de la seguridad del poblado:
- Buenas Comandante, me dijeron que usted me puede ayudar a encontrar a mi esposa?
- Joven Fernando!!!
- Me conoce?
- Si, cuando eras un muchachito, no te acuerdas de mi?
- La verdad no, pero no vengo a saludar, vengo por ayuda.
- Si perdón, me dijiste que no encuentras a tu esposa?
- Si Señor, ayer desapareció de la Hacienda.
- Esposa? La Hermosa mujer con la que viniste hace algunos meses?
- Siiii comandante, me va a ayudar  no?
- Pero es que no han pasado ni doce horas.
- Y usted pretende que yo espere que mi esposa y mis hijos desaparezcan mas de 3 días para salir a buscarlos?
- Entiendo tu ira, pero la ley es la ley.
- No puede ser, que estupidez.- Fernando salió lleno de rabia de aquel Lugar, Mauricio lo esperaba recostado al auto:
- Que dijo?
- Sube, tu y yo nos encargaremos de que a Lucero y a los niños no les pase nada.
- Pero que le dijo el señor ese? Que

- No, Mauricio, no nos ayudará.
- Fernando, creo que deberíamos avisar en el D.F lo que está pasando.
- Si tienes razón. –Fernando intentó desde su celular pero no funcionó –Las líneas están caídas, eso debe ser por la tormenta de anoche.
- Entonces Fernando en nuestras manos está rescatar a su esposa y sus hijos.

Silvia les dio biberón a los pequeños, Rafael logró calmarse un poco, en cambio José Miguel seguía llamando a sus papás, Alonso se acerca al cuarto donde se encontraba Lucero, abre la puerta e ingresa:
- Quieres ver a Tus hijos?
- Claro que si!!!
- Debes ser obediente.
- Cómo obediente?
- Debo vendarte y atarte, solo eso.
- Y cómo pretendes que vea a mis hijos si voy a estar vendada.
- Vas a ser obediente, si o no?
- Está bien- Alonso tomó las muñecas de Lucero y las ató en su espalda, vendó sus ojos, la sacó del cuarto y la sentó en una incómoda silla de madera, asegurándola de modo que no pudiera levantarse de ahí por sí sola. Rebeca llevaba a José Miguel cargado, no paraba de llorar, Silvia llevaba al pequeño Rafael; Lucero al escuchar el llanto del mayor de sus hijos comenzó a llamarlos:
- José Miguel!!! Rafael!!! Están ahí?
- Mamiiiii, Mamiiii – Gritaba José Miguel tratando de soltarse de los brazos de Rebeca. Alonso levanta la venda de los ojos de Lucero:
- Mi Príncipe, estás bien? Donde está tu hermanito?
- La otra señora lo tiene. (Muy pocas palabras pronunciaba claras pero si eran entendibles) – Lucero tenía a unos metros a sus hijos pero no los podía tocar.
- Me puedes desamarrar?, así no puedo abrazar a mis hijos.
- No, sólo es para que los veas.
- No seas Animal Alonso, no me hagas esto, no me tortures de esta manera.
- Bueno, ya estuvo bien.
- No Alonso, No te los lleves – Lucero se movía en la silla tratando de soltarse – Y Rafael? Dónde está Rafael?
- Aquí- Dijo Silvia al entrar con el bebé en brazos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario