Alonso se encontraba en su apartamento, pensativo, tomando wiskey, a pesar de que le había dicho a Fernando que no se metería en su relación con Lucero, él no dejaba de pensar en ella, la imaginaba besando sus labios, acariciando su rostro.
-No será fácil sacarte de mi mente, esto vas mas allá de un simple enamoramiento, esto se llama pasión, deseo, quiero tenerte Lucero, pero debo olvidarte.
Manuel y Rebeca estaban sentados a la mesa, no cruzaban palabra, solo se escuchaba el sonido de lo cubiertos.
- Hoy pasé por casa de los Hogaza.
- Aja, y?
- Pensé que me ibas a preguntar si vi a Lucero.
- Pensaste mal.
- Pues te cuento que si la vi, iba con el niñito en brazos, y con Ofelia y Antonio, todos muy elegantes.
- José Miguel.
- A?
- Así se llama el niñito como tu le dices.
- Bueno. Iban para algún evento.
- Ya terminé de cenar, me voy a duchar para irme a dormir.
- me vas a dejar sola en la mesa?
- Qué pretendes que te de bocado por bocado hasta que termines?
- No seas igualado! Vete a duchar mejor.
Fernando y Lucero seguían acostados en aquellos cojines, la noche parecía nublarse, tanto las estrellas como la luna estaban siendo ocultas por las nubes.
- Creo que esta vez fui yo la que dañó un bello momento.
- Por?
- por lo que te conté.
- No Bonita, esta bien, la noche sigue siendo maravillosa, a tu lado todo es perfecto. Aunque si tengo una duda.
- Cuál?
- Eso no afecta en que tengamos mas hijos o si?
- Según mi ginecólogo me dijo que después del embarazo de José Miguel podría tener los que quiera.
- Eso me parece bien.
Fernando siguió acostado por unos minutos en los cojines y Lucero recostada en su pecho:
- Mi Cielo.
- Ajá
- Quiero que trabajemos en hacerle un hermanito a José Miguel.
- Estas segura? Aquí?
Lucero asintió con su cabeza y le sonrió. Fernando se levanta y de igual manera le sonrie, se arrodillan uno frente al otro, ella se desprende del abrigo que Fernando le había puesto, él comienza a besarla, la mira detalladamente, su mirada se queda fija en el escote profundo que Lucero llevaba puesto, ella suelta el corbalatín poco a poco desabrocha los botones de la camisa que llevaba Fernando, él como pudo soltó aquel hermoso enterizo, el cual al caer al piso dejó los senos de Lucero al descubierto, Fernando acaricia con placer aquella parte donde tanto le gustaba jugar, luego se acuestan en los cojines y en la ropa que se encontraba en el piso, Fernando quita sus pantalones y el resto de ropa que llevaba puesto, termina de despojar a Lucero de su ropa, sus besos se dirigieron a sus pies, continuó por las piernas, se detuvo en su parte intima para por fin quitar un pequeño panty que ella llevaba puesto, ambos cuerpos estaban desnudos, Fernando acostado sobre su Bonita, la lluvia comienza a caer sobre ellos, pero eso no impide que ellos continúen con el trabajo comenzado, Fernando acariciaba el cuerpo de Lucero sin dejar espacio sin tocar, ella no se queda atrás y hace lo mismo.
Fernando toma los brazos de Lucero y pone uno cada lado, mientras besas sus senos, ambos empapados por la lluvia, se acerca de nuevo a su rostro, las miradas quedaron fijas la una en la otra, él acaricia el cabello de Lucero y la besa hasta morder su labio, ella sonríe en medio del beso, él con sus piernas se abre espacio entre las de Lucero, comienza a entrar con suavidad en ella, con movimientos tenues hacia dentro y hacia afuera, movimientos que comenzaron a tomar velocidad, la lluvia continuaba cayendo sobre ellos, Fernando se apoya en sus dos manos y aquellos movimientos los deja para entrar definitivamente y de un solo empujón, a lo cual Lucero responde apretando los musculosos brazos de Fernando, los movimientos continuaron, se giraron y ella queda sobre él, los abrazos, los besos, las caricias no se detenían, Fernando quita el Cabello de Lucero que caía en su rostro, ella deja de besarlo y lo mira fijamente, con su voz agitada él le pregunta:
- Por Qué te detienes?.
Ella sonríe y de nuevo lo besa, él le acaricia la espalda y cola,
Ambos cuerpos no dejaban de moverse, hasta que un impulso hace que Lucero suelte un fuerte suspiro y grite de placer, allá nada le impedía gritar, Fernando la abraza, él también suspira fuerte, la respiración de los dos era inmediblemente agitada. Ella cae en el pecho de Fernando, así acostados, agitados, empapados, bajo la lluvia, se reían de lo que acababa de suceder.
- Nunca te había escuchado gritar de esa manera.
- sería porque Nunca lo había hecho en la terraza de un edificio.
- Creó que tu ropa no llevó la mejor parte.
- A quien le interesa la ropa en este momento?
- Jajajaja pues si, Cierto.
- Mi Cielo no sabes cuanto te amo.
- Me lo demuestras cada vez que te hago mía, me lo demuestras como si cada vez fuera la primera, y eso mi Bonita, eso hace que yo te amé mas y mas.
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